Habéis podido calentarle con vuestro aliento. El buey y el burrito miran al santo con sus grandes ojos dulces, llenos aún de aquella luz aparecida en la gruta. Luego San Francisco manda a sus ...
Habéis podido calentarle con vuestro aliento. El buey y el burrito miran al santo con sus grandes ojos dulces, llenos aún de aquella luz aparecida en la gruta. Luego San Francisco manda a sus ...