Hay playas céntricas, con mucha gente y vendedores ambulantes, y otras un poco más alejadas, en las que la tranquilidad y la convivencia con la naturaleza ganan terreno.
Muchos de nuestros paseos por la playa están gobernados por el ciclo de mareas. Lo mismo ocurre con la pesca y deportes como el surf: todos están condicionados por las mareas que suben y bajan.